Mi nombre es Miriam, vine a la asociación en el 2018 después de ser diagnosticada de enfermedad de Parkinson. Para mí esto fue desbastador no solo por el diagnóstico en sí, sino también por el pronóstico, te dejan bien claro que no tiene cura, que el tratamiento es solo paliativo y que no puedes hace nada ni para detener la enfermedad ni para ralentizar el proceso.
Esto me dejo en un lugar de vulnerabilidad e impotencia. No podía hacer nada, ni siquiera hablar de lo que me pasaba o sentía, solo llorar y angustiarme y mucho miedo.
Decido hacer el P.A.R.A. y gracias a la maestría de Stella y el equipo de la asociación me puse en pie, aprendí y sigo aprendiendo muchísimas cosas.
Mi primer paso fue aceptar lo que me estaba pasando, es muy difícil empezar a caminar desde el miedo, la negación y la impotencia. Me enseñaron a aceptar el diagnóstico, pero no el pronóstico y comencé a movilizar mis recursos internos. A día de hoy he logrado dormir y controlar mi ansiedad, manejar la tensión y contracturas musculares.
Aprendí a gestionar mis emociones. Si el miedo, la indignación, la rabia se apoderan de uno es muy difícil avanzar. Esas emociones te anclan y te llevan hacia abajo y hacen que pierdas de vista lo que realmente quieres. Cuando aprendes a sentirlas y soltarlas como enseña la asociación, una funciona mejor, más ligero sin tanta carga.
Otra cosa que encontré en la Asociación es la continuidad. Aquí no solo tienes un Plan de salud personalizado, sino también un acompañamiento para su cumplimiento, así se hace más fácil sostener el trabajo de sanación.
Y es aquí donde termino con mi gran agradecimiento a Stella y a la asociación. Cuando recibí el diagnóstico sentí que se me acababa la vida y la asociación me la devolvió, ayudándome a experimentar que la enfermedad es una parte pero no toda mi vida, que a pesar de cualquier circunstancia que nos toque vivir, la vida merece la pena ser vivida.