La mente y el cuerpo están intrínsecamente ligados y su interacción ejerce a cada segundo una profunda influencia sobre la salud y la enfermedad, la vida y la muerte. Actitudes, hábitos y estados emocionales desde el amor hasta la compasión, y desde el miedo hasta el resentimiento y la rabia, pueden desencadenar reacciones que afectan la química interna optimizando o debilitando nuestro estado funcional. Todos disponemos de un potencial bioquímico para crear salud y está en nuestras manos poner en funcionamiento esta capacidad autocurativa.