En 2010 mi hija fue diagnosticada de Anorexia Nerviosa de Tipo Restrictivo, enfermedad que la había estado minando de forma insidiosa, silenciosa y sin tregua.
A principios de 2011 ingresaba por primera vez en una unidad de crisis, tras no poder superar su brutal síntoma de privarse rotundamente de ingerir alimento y bebida. Empezaba un larguísimo deambular por la incomprensión y la desesperanza. Las ayudas médicas le salvaron la vida física, aunque también la precipitaron en un abismo negro, pautado por protocolos, castigos, aislamientos, agresión terapéutica –que ocasionaron hematomas y otros traumas emocionales-, hipovitaminosis D y sus consecuencias. Su enfermedad se mostraba muy resistente, y ante la falta de resultados los facultativos impusieron un encarnizamiento terapéutico con largos ingresos en unidades cerradas -como si una persona diagnosticada de anorexia fuera un ser peligroso- , que llegaron a suponer incomprensibles meses de aislamiento, privada del sol y del aire libre. La iatrogenia médica se manifestó en un profundo síndrome de hospitalismo y una práctica desconexión con la vida. En este contexto de duelo por la supervivencia, mi hija seguía enfermando más y más.
Nos informamos sobre el abordaje de Stella Maris Maruso así como de otros modelos en Alemania y en Estados Unidos, que nos abrieron horizontes hacia modelos de intervención holística que contemplan a la persona y la diferencian de su enfermedad, que no pivotan en castigar sino en apoyar su imprescindible participación en el proceso de recuperación de sí misma.
Llegamos al año 2016 con una situación frágil, agotada y estigmatizada, después de interminables e intensas experiencias en hospitales. Un destello del deseo de sanarse surgió como un regalo, y mi hija aceptó participar en un PARA (Programa Avanzado de Recuperación y Apoyo) en Barcelona, llevado a cabo por Stella Maris y su equipo de Asociación Generar Salud -único centro europeo que imparte este servicio-.
El primer reto era que pudiera sostener el intensivo encuentro de cinco días, dada su debilidad física y su voluntad alterada por una enfermedad que le había hecho vivir los últimos años totalmente al margen de la vida, defenestrada por los médicos, desconectada de sus amigos, y sin una real convicción de desear curarse. Aún así, cumplió con los cinco días del P.A.R.A. Escuchó, actuó y aceptó el reto de realizar su propio Plan de Salud.
Desde el primer momento agradecí la paciencia y el inmenso amor de Stella Maris y de todo su equipo de Barcelona por su apoyo incondicional continuado, ante tantos momentos de incertidumbre y dificultad. Asimismo, expreso mi agradecimiento a los talleres de Asociación Generar Salud y a las personas que asistiendo a las actividades de la asociación nos han acompañado en este regreso de la muerte a la vida. Ese “todos juntos es más fácil” es real y necesario.
Después de transitar su propio Plan de Salud, mi hija empezó a liderar paulatinamente las decisiones que le han permitido preservar su vida y empezar a vivirla. Ha podido gestionar nuevas situaciones vitales comprometidas, por lo que no ha habido más ingresos hospitalarios. Me siento bendecida por su supervivencia, más a medida que su vida va normalizándose.
También los acompañantes somos responsables de generar nuestra propia química saludable, antes de que nuestros desequilibrios debuten como enfermedad en nuestro cuerpo físico. Por ello, me decidí a realizar mi propio Plan de Salud para revisar mis cansancios, pues acompañar tiene el riesgo de perderse en la enfermedad del otro.
Transitar y acompañar la grave anorexia de mi hija ha sido una experiencia difícil, aunque su retorno a la vida compensa todo lo padecido. Es una superviviente, un ser excepcional.
Expreso mi testimonio como madre, por si puede ser faro de esperanza para otras personas que atraviesan una situación similar.
Enfermedades incurables han dejado de serlo, y así puede ser con las enfermedades que se somatizan con trastornos en la conducta alimentaria si las personas con estos diagnósticos, sus acompañantes y la comunidad médica accedemos a otra percepción del problema.
“Juntos en mejor”, sumemos para visibilizar las experiencias que debutan como trastornos alimentarios y que son parte emergente de una situación profunda que SÍ se puede gestionar, si la persona accede a sus propias herramientas para sanarse. El P.A.R.A contiene las valiosas claves.
Testimonio anónimo para respetar la identidad de la hija.